Un alto porcentaje de las mujeres que son obligadas a cumplir condena han sufrido episodios de violencia, abusos sexuales o maltrato familiar y de pareja. Además, muchas pertenecen a familias numerosas y desestructuradas o que dependen del subsidio social por la pobreza que viven. También es destacable que un alto porcentaje de las detenidas tienen baja autoestima y dependen emocionalmente de sus parejas. Además, un número elevado de estas tienen o han tenido problemas de dependencia de sustancias que pueden provocar problemas psicológicos o de comportamiento. (Galera, 2005, 1-2; Leganés, 2009, 29; Martín y de la Fuente. 2003, 4; Senra e Ibáñez, 2007, 232; Soler y Pi, 2007; Townhead, 2006, 3)
En cuanto a su conducta delictiva, la gran mayoría de las presas no han cometido delitos violentos, siendo el delito contra la salud pública (50%) o el delito contra la propiedad (35%) los más usuales. Además carecen de antecedentes penales. (Leganés, 2009, 6; Martín y de la Fuente, 2003, 6-9; Ministerio del Interior, 2010)
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